A veces, una mala noticia puede ser buena.

No todas las personas que llegan a mi oficina para una consulta conmigo reciben buenas noticias sobre su caso. Tuve que darle a un cliente en una consulta una mala noticia esta semana. Y eso era algo bueno. Incluso, me dio las gracias por hacerlo. Les explico.

Siempre hago mis consultas usando la regla de oro. Aconsejo a todos mis clientes potenciales poniéndome es sus zapatos. Me pregunto a mí mismo, “¿cómo desearía que ese abogado me hablara para aconsejarme y asesorarme si yo fuera esa persona sentada allí?” Y eso es lo que hago. Le hablo honesta y abiertamente a todos los clientes. Les digo lo bueno, lo malo, lo bonito y lo feo. Les hago saber cómo la ley puede ayudarles y cómo no puede.

No Siempre Es Facil

A veces tengo que ser un poco fuerte con ellos cuando están tratando de “azucarar” su historia. Sacudo la verdad de ellos a veces si siento que no me están contando toda la historia. Esto es porque sólo al conocer la historia completa y honesta puedo aconsejar apropiadamente y éticamente al cliente. Si ocultan o evitan decirme todos los detalles en su caso, no puedo estar seguro si hay o no hay un remedio para su situación. Con todos los detalles de su historia completa, si hay algo que puedo hacer como un abogado usando toda la fuerza de la ley para ayudarles, les digo eso.

Si no puedo hacer nada, les digo eso también. Siempre le digo a mis clientes cuando empezamos nuestra consulta que el propósito principal de nuestra reunión es ayudarlos educándolos. El conocimiento elimina el miedo. La mayoría de mis clientes salen de nuestra consulta aliviados y con el miedo quitado simplemente porque ahora saben la verdad acerca de cómo puedo usar la ley para ayudarles.

De hecho, incluso cuando no hay nada que se pueda hacer para ayudarles, la mayoría agradece el consejo legal honesto. Mi primer objetivo es ayudar y educar a mis clientes. Ni siquiera discutimos los honorarios hasta y salvo que haya un posible caso o acción legal que podamos tomar. Es por eso que ese cliente al que le di las malas noticias me dio las gracias. Había acudido a otros asesores legales y uno le prometió la luna por un precio muy alto. Le expliqué y le mostré en detalle por qué no tenía ningún caso. También, ante de saber de las otras consultas, le dije que no gastara un centavo en su caso porque tristemente no tenía ninguna solución bajo la ley. Vio enseguida que hubiera perdido una gran cantidad de dinero si no hubiera sido educado sobre cómo la ley le impedía obtener el beneficio que deseaba. Se fue un poco triste pero agradecido y no podía parar de darme las gracias por decir la verdad.

Si necesita una consulta de inmigración sobre su caso específico y desea una consulta honesta, completa y detallada de un abogado con experiencia, llame a mi oficina y programe su consulta gratuita. Le aseguro que usted saldrá de mi oficina educado sobre cómo la ley puede o no puede ayudarle. Elimina sus dudas, temores y vacilaciones. Pida su consulta gratis ya.

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